FrançaisEspañolEnglish
Portada del sitio Finalidades de la educación

Algunas reflexiones sobre Educación y Sustentabillidad

fontsizeup fontsizedown Guardar este artículo en PDF

Antonio Elizalde Hevia, publicado el 23 de mayo de 2011.

El informe de la Comisión de Unesco presidida por Jacques Delors nos señalaba hace algunos años que:

... "La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.

Aprender a conocer, combinando una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.

Aprender a hacer a fin de adquirir no sólo una calificación profesional sino, más generalmente, una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los jóvenes y adolescentes, bien espontáneamente a causa del contexto social o nacional, bien formalmente gracias al desarrollo de la enseñanza por alternancia.

Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia - realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos - respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.

Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar." (1996)

Es posible intentar discernir en el mundo actual algunas tendencias con relación a la educación, para confrontar cuan lejos o cerca nos encontramos de esta propuesta respecto a lo que debe ser el quehacer educativo; entre ellas se puede indicar las siguientes:

La sobresaturación informativa y el desborde de las escalas de sentido

Algo absolutamente nuevo en el mundo que nos ha tocado vivir es el incremento exponencial de la masa de información a la cual cada ser humano tiene acceso o se ve expuesto. Ello es producto de dos variables que se potencian mutuamente: por un lado, la evolución de la historia que cada día se hace más larga y con mayor contenido; por el otro, la creciente integración de espacios particulares en un espacio global del cual todos los ciudadanos del mundo formamos parte, aportando cada espacio su propia historia a la historia común con sus respectivos contenidos informativos.

A la vez que los procesos históricos se aceleran, el tiempo se está transformando: los flujos circulan más rápidamente (información, bienes, dinero, decisiones) y ello nos permite vivir una mayor cantidad de acontecimientos en la misma cantidad de tiempo real. La cantidad de estímulos que recibimos por unidad de tiempo es mucho mayor que en el pasado. El acervo de conocimiento e información disponible se ha incrementado hasta niveles de un virtual desborde respecto del orden de magnitud manejado en el pasado, ello gracias al notable desarrollo científico y tecnológico. Pero dicho desborde nos pone en el duro aprieto de tener que desarrollar formas de filtraje, procesamiento y síntesis que nos permitan manejar estas enormes masas de información, tornándola relevante para nuestras existencias, so pena de un desplome de nuestro mundo interior debido a su incapacidad para la comprensión cabal de la realidad.

La acelerada obsolescencia de los corpus teóricos de las disciplinas académicas

El mundo del conocimiento científico y técnico experimenta, al igual que la realidad social y cultural, un proceso de creciente aceleración de las transformaciones propias de esa dimensión de la realidad. Es tal el grado de cambio que experimentan las diversas disciplinas, en lapsos cada vez más breves de tiempo, que parte importante de los profesionales de muchas disciplinas deben estar permanentemente reciclando sus conocimientos, para poder seguir operando en su campo profesional con un relativo nivel de competencia.

Esta continua y acelerada obsolescencia de los conocimientos adquiridos genera una tendencia a la profundización en los estudios, que se orienta en dos direcciones absolutamente distintas: una, es hacia la hiperespecialización en un ámbito cada vez más estrecho o angosto de la respectiva disciplina; la otra, es hacia búsquedas inter o transdisciplinarias que trascienden el marco disciplinar y que buscan dar respuesta a preguntas por el sentido del propio quehacer disciplinario en el cual el profesional se encuentra involucrado.

La "esclerotización" de los procesos educativos

Paralelamente se ha desarrollado una "institucionalización" educativa que impide tanto al educador como al alumno, ser creativos y productivos. Los procesos de transmisión cultural han ido asumiendo niveles tales de formalidad que inviabilizan cualquier apertura a la novedad, al cambio y la transformación. Se ha ido constituyendo un ritualismo tal, que los programas y planes de estudio, las mallas curriculares, los contenidos de las asignaturas y las modalidades de evaluación, se han transformado en "tablas de la ley", en principios fundantes inamovibles e intocables, so pena de derrumbe de todo el enorme andamiaje intelectual que los sustenta y es sustentado por ellos.

El alumno así se ve enfrentado a una propuesta educativa que debe asumir, cual opción de todo o nada, donde es imposible modificar o alterar nada. Todo ello porque los poseedores de la "verdad" determinaron en algún momento que para alcanzar un determinado título o grado, competencia o profesión, es necesario transitar por el camino que ellos proponen, cerrando toda posibilidad a procesos de autoconstitución de la verdad o de nuevas verdades.

El carácter paradojal de la educación

La educación es un fenómeno ambiguo y paradojal. Contiene a la vez componentes liberadores y componentes domesticadores. El carácter liberador de la educación dice relación con aquellos aspectos que ésta proporciona a cada ser humano para desarrollar sus potencialidades, para hacerse más plenamente humano. La educación nos provee de instrumentos intelectuales que no permiten hacernos capaces de controlar y decidir respecto a nuestro propio destino, de manejarnos en el entorno que nos rodea, de conocernos más a nosotros mismos. Todo ello obviamente apunta a hacernos más libres.

Sin embargo, a la vez la educación ejerce una función de domesticación, ella contiene métodos, prácticas, procedimientos que forman parte de aquello que Iván Illich llama el "currículum oculto" de la educación que apuntan fundamentalmente a uniformar, a normalizar, a estandarizar, en síntesis, a homogeneizar. Esto es a desarrollar un ’individuo tipo’, un producto educativo que se acomode a nuestros diseños, programas y planes.

Como afirma Feyerabend una educación como la descrita..."no puede reconciliarse con una actitud humanista. Está en conflicto ’con el cultivo de la individualidad que es lo único que produce, o puede producir, seres humanos bien desarrollados’; dicha educación mutila por compresión, al igual que el pie de una dama china, cada parte de la naturaleza humana que sobresalga y que tienda a diferenciar notablemente a una persona del patrón de los ideales de racionalidad establecidos por la ciencia o por la filosofía de la ciencia". (1962:4-5)

Nuestros logros educativos son medidos en función de la correspondencia entre las conductas deseadas y las conductas reales de nuestros alumnos. Pero no las conductas deseadas por ellos: los alumnos; sino que por nosotros: los educadores. Los procesos educativos conducen entonces a moldear al individuo, quitándole iniciativa, imaginación, creatividad, empuje, rebeldía. Educar consiste en ponerle límites al individuo, acotándole la realidad a este individuo que en el momento inicial del proceso educativo es casi pura virtualidad, es casi pura energía. Nuestra educación homogeniza conocimientos, habilidades, saberes, destrezas, aptitudes, capacidades, de manera de tornar a los individuos útiles a la sociedad. Con esto ella tiende a castrar todas las diferencias que existen entre los distintos individuos.

¿No es ésta una forma de amputación social?

¿No es acaso lo más valioso de cada ser humano su individualidad, su especificidad, su singularidad, esto es, su condición de ser único en el universo de lo existente?

¿No es en éste donde se contiene y se sintetiza a la vez toda la condición humana, toda su historicidad en cuanto producto evolutivo y también toda su virtualidad genotípica?

El principal desafío educativo, en un mundo en el cual la diversidad se nos hace manifiesta, pese a nuestros denodados esfuerzos por destruirla, es ser capaces de enriquecer nuestros mapas cognitivos con lo plural, lo diverso, lo distinto, lo anormal y lo excéntrico. Es necesario transformar nuestras prácticas pedagógicas para que den cuenta del respeto, de la tolerancia, de la compasión y de la aceptación de lo otro, de lo que es distinto a uno mismo: a los valores, visión de mundo, costumbres e intereses propios. Sólo así podremos desde la educación hacer nuestra aporte para la construcción de sociedades sustentables.


En la misma sección

» Lo que necesita ser incluído en el proceso educativo
» Otra educación es posible
» Educación: creación de nuevas relaciones posibles
» Desarrollo a escala humana y educación
» Finalidades y valores de la escuela
» Lo “psíquico” al servicio de un humanismo iluminado
» Política y escuela. La dimensión antropológica

Infos legales | Subscripción RSS | Mapa del sitio